viernes, 11 de noviembre de 2016

A vueltas con los deberes

Tratar de ver los deberes como un problema entre escuela y familia es tan negativo como no entender que la educación es un conjunto de acciones entre escuela y familia, y que si ese binomio no funciona (regulado por la acción de la administración) el perjudicado siempre será el sujeto educado.
Los deberes, bajo mi punto de vista, pueden ser motivantes o estresantes, lo que nos lleva a verlos adecuados o excesivos. También dependerán del desarrollo cognitivo de cada individuo, de la situación social, del estado familiar, del tipo de familia….

Pensar que los deberes son excesivos es aceptar que no motivan lo suficiente al niño para seguir aprendiendo o que al ser repetitivos pueden llevar al estrés tanto al niño como a los padres, lo que hace que la sensación de pérdida de tiempo sea mayor y que por consiguiente el aprendizaje sea menor.

Yo apuesto por deberes SI, pero con unas características muy especiales:

  1. Que motiven para el aprendizaje, es decir, que el niño quiera y le guste hacer esos deberes.
  2. Que estén basados en tareas en las que se desarrollen las competencias de los alumnos y no en ejercicios repetitivos de fichas o libros determinados.
  3. Que estén contextualizados al entorno del alumno. No motivan ejercicios que nada tienen que ver con lo que él conoce.
  4. Espaciados y con tiempos. No vale “para mañana ejercicios 3 y 5 de la pag 17”. Es más importante “Para el día 15 resolvemos la tarea de Crear nuestro equipo deportivo”
  5. Y para mí la más importante, que no sean deberes para los padres, sino para los alumnos.

Dicho esto creo que muchos maestros se acomodan en deberes con ejercicios repetitivos que algunas veces no da tiempo ni a corregirlos y que quizá por el hecho de corregir esos ejercicios dejemos de avanzar en el proceso de aprendizaje del alumno.

También la administración tiene mucho que decir en esto, y yo le aconsejo que valore y premie mejor a los maestros que utilizan los deberes para desarrollar las competencias clave del alumno, que los tenga en cuenta en todas y cada una de sus decisiones y ya aprovecho para reclamar en los concursos de traslados más puntos para la formación y menos puntos para la edad, porque la edad te anquilosa y la formación te motiva, y puestos a pensar en los alumnos, para mi hijo prefiero un maestro bien formado a otro con edad (que no experiencia) que no pretende formarse.

Eso es casi todo, amigos. Quizá un pacto nacional por la educación pueda ser la solución

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